La última película de Stephen Frears se enfrenta a un dificil reto : introducirse dentro de la monarquía inglesa, por si esto fuera poco escoge reconstruir lo ocurrido durante la semana que trascurrió tras la trágica muerte de Lady Di y la manera, como esta, remeció los cimientos del palacio real y sus tradiciones.
Lo dificil, sin duda, era conseguir no caer en lugares comunes y terminar removiendo el fantasma de Lady Di para enfrascarse en discursos lacrimógenos o críticas gastadas. Frears no pierde el rumbo en ningún momento, acompañado de un excelente reparto, deja que el peso de la acción recaiga sobre la veterana Hellen Mirren quien encarna a la reina.
Michael Sheen interpreta a un creíble Tony Blair y la película, sin pretensiones, termina por llevarnos de la mano y permitirnos entender el otro lado de la historia. El mundo monarquico, tan lejano para el común de los mortales termina aquí por revelar un lado humano conmovedor y triste.
Más allá de buscar victimas y victimarios la película se centra en las paradojas de un país dividido pero que encuentra un soporte moral y espiritual en su monarquía y cómo, la reina, ha enfrentado esa responsabilidad desde su juventud con firmeza y determinación.
Al final, sentimos, que por una vez, entendemos un poco más a Inglaterra….