La historia que leemos en esta, la primera novela de Mauricio Bonnett, es la crónica que hace Diego de la trágica vida de Rosa Tulia, la empleada de su casa durante su adolescencia. Inicialmente, Sebastián, el hermano del narrador, fue quien pensó escribir sobre esta mujer que marcó sus vidas, pero ese fue un proyecto de novela que nunca terminó. Con paciencia y dedicación, Diego se encargará de releer los testimonios y el material reunido por su hermano y así, al reconstruir la vida de Rosa Tulia, encontrarse con claves insospechadas para comprender su vida, su historia familiar y lo que ocurrió en esos años decisivos.
El insinuante título, La mujer en el umbral, se relaciona de diversas maneras con la novela. Por un lado, está la imagen de Rosa Tulia en la entrada de la casa del narrador en el momento de su llegada: al él le parece verla llegando, ingresando a su vida, con la carga de un pasado mortal que desconoce y que cambiará la vida de todos. Por otro lado, será la escritura de Diego la que rescatará a Rosa Tulia del umbral eterno en el que parece estar detenida. Esa “mujer en el umbral” hace referencia también al desequilibrio mental de la protagonista que se debate entre la sanidad y la completa locura. Y es, por último, esa misma mujer la que observa el paso de la adolescencia en Diego y su hermano.
Mientras asistimos al despertar sexual del narrador que vislumbra en Rosa Tulia y su feminidad exuberante toda suerte de delicias y pecados, conocemos, de manera paralela, lo que había sido el acercamiento a la sexualidad de su empleada en su lugar de origen, marcado por el ultraje y la vergüenza. Su historia es la historia de la marginalidad, de la mujer oprimida y destruida, aquella que llega a la ciudad buscando nuevos rumbos para someterse a otro tipo de dominación (la del servicio doméstico). Y que, sin embargo, encuentra en esa casa un remanso de paz que le permite salvaguardarse por un momento de sí misma, y de aquellos que desean terminar de destruirla.
La novela de Bonnett es una historia sin concesiones: a medida que se avanza en la lectura los instantes de humor o ironía van desapareciendo para dejar al lector desnudo frente a la más absoluta crueldad. He de decir que por instantes sentí la narración demasiado agobiante, la tragedia demasiado pertinaz y presente. Por suerte, al final el autor termina por insinuar que la escritura es la que permite la reivindicación de tan difíciles y dolorosos destinos y las palabras se convierten en el camino de expiación necesario.
Estamos ante una historia que intenta contrarrestar la realidad urbana con la rural en un país dividido que desconoce las partes que lo conforman. A ratos la prosa puede sentirse un tanto artificial (por ejemplo las reflexiones de Rosa Tulia son muy elaboradas para su condición social y nivel educativo) pero el reto no era fácil y mucho menos el de aventurarse en ahondar por los vericuetos de tan singular personaje femenino. Bonnett consigue crear un mundo interno de sus personajes rico y complejo, dándonos claves para comprender sus motivaciones y dolores. La escritura es cuidadosa y la estructura de la novela revela el conocimiento cinematográfico del autor, al presentarnos imágenes que se suceden intercalando pasado y presente, colocando con precisión las fichas que presagian y justifican el final. Un autor a seguir.
Reseña publicada originalmente en Pie de página