Gustavo Salmerón, el director de Muchos hijos, un mono y un castillo, aún no sale de su asombro con el recibimiento que ha tenido su película. No solo han sido los numerosos premios internacionales y nacionales que ha cosechado, entre ellos el Goya a mejor documental, sino el entusiasmo con el que fue recibida por parte del público y de la crítica. “Es un sueño, como que no puede ir tan bien una película tan austera, quizás todo se deba a que no es pretenciosa y que no es artificiosa”.
Lo que muchos quizás no saben es que tras este documental tan fresco y, en apariencia, sencillo, se esconde un trabajo titánico que consistió en editar las más de cuatrocientas horas de grabación que existían tras que Salmerón grabará durante catorce años a su familia en distintos momentos.
“En el castillo había un cerdito que le regalaron a mi mamá. El primer año pesó 90 kilos y al tercero 250, ya no era posible tenerlo así que mi madre decidió matar al cerdo y yo tomé la decisión de grabar ese momento. Eso fue muy impactante porque era una mascota familiar. Mi madre terminó reflexionando sobre la muerte, sobre su propia muerte y a comparar la grasa del cerdo y su propia grasa. Cuando volví a ver lo grabado me pareció interesante y que podía ser un corto sobre la historia de España, después pensé que un mediometraje, en un momento lo abandoné y, finalmente, se fue transformando en una película.”
Salmerón soñaba con ser pintor y escultor cuando, de manera casual, lo eligieron para un programa de televisión y empezó a intercalar el estudio de Bellas Artes con el trabajo como actor. “Actuar es un placer, el oficio más bello del mundo. Toca siempre estar afinando el instrumento, cuidando el cuerpo, la voz. Es una profesión en la que toca reflexionar mucho sobre ti y sobre el otro.” Llegó un momento en que se dio cuenta que tenía que estudiar mucho para ser actor y, aunque se alejó de la academia, los dos años que cursó en Bellas Artes han sido claves, dice él, para después poder dirigir. Y es que, muy rápidamente su anhelo fue precisamente intercalar la actuación con la dirección. Esto lo llevó a cabo en 2001 cuando realizó un cortometraje que lo hizo merecedor de un Goya.
Toda esa experiencia le sirvió para encarar el que ha sido, y probablemente sea, el reto más grande su vida. “Aquí lo difícil era construir algo con base a algo grabado, había que visionar y desechar mucho. Tocaba tener muy claro cuál era la premisa pero esto cambiaba de un día a otro. Como fue un trabajo tan prolongado trabajé con diferentes montadores. Hay cuatro previos que no aparecen en los créditos sino en los agradecimientos porque lo que ellos hicieron cambió por completo. Raúl De Torres, el montador principal, ayuda a estructurar pero se cansa y se marcha, entra otra y después se va y así con otros. Estas diferentes miradas ayudan a darle ritmo. Una de mis virtudes, que también puede verse como un defecto, es que soy súper perfeccionista. En esta película era muy importante para mí que la textura fuera de video casero, que el espectador se metiera dentro de la casa, del castillo, de esa familia, que la historia tuviera ritmo, que te enamoraras de los personajes, sembrar afecto, amor, para que al final se pudiera recoger todo aquello. Tuve muchos asesores, ayudantes y al final ha sido cuestión de mucha tenacidad y de seguir cuando todo el mundo me decía que ya parara, que era imposible.”
El resultado de tanto esfuerzo es un documental lleno de muchas capas que permite conectarse de diferentes maneras. Es difícil no desternillarse de la risa con las ocurrencias de Julia, la madre de Gustavo, un personaje encantador con enorme carisma, mientras se develan ante nosotros diferentes partes de esta peculiar historia familiar. Como lo dice Salmerón: “se trata del retrato de una mujer, de una época, de una generación, pero es también la historia de una búsqueda del pasado, de los ancestros, de unas vértebras. Es una manera de rememorar la historia de España de una manera desprejuiciada, divertida, disparatada… Alguna gente dice que es una metáfora de muchas cosas. Yo creo que es cierto y lo pensé así haciéndolo, cada elemento es, de cierta manera, un reflejo de otros o sus contrarios, como en una especie de mandala. Hay temas como la muerte y la guerra; la pareja, el amor, la crisis y la ruina; también están los excesos y las carencias; las muñecas y los relatos de infancias rotas. Es una especie de collage en el que era muy importante para mí que no hubiera ni sentencias, ni moralejas.”
Tras el éxito a Salmerón lo están presionando para que haga una segunda parte (el material para hacerlo, como se imaginarán, existe) o una serie de televisión. Él se está tomando un tiempo para pensarlo, sabe, eso sí, que quisiera hacer ficción. Tiene ya un guión acabado y otros en proceso. ¿Y cómo le ha parecido a Julia todo esto que ha ocurrido? Gustavo sonríe y contesta “dice que no le gusta el documental porque se ve gorda y fea, pero que muchas gracias. Lo cierto, es que el documental ha sido muy catártico para ella y la familia. Y bueno, ahora con 82 años se ha vuelto famosa.
Publicado originalmente en www.revistaceroenconducta.com