4.
Llego al apartamento con Camila, en la puerta nos espera Magdalena (yo no la conozco). Abren la puerta y lo vemos: el piso de madera, la luz entrando por la ventana… No lo dudamos, decidimos quedarnos. Fueron dos años y medio de vida compartida, de algunas que se fueron y otras que llegaron. Dos años y medio de animales que enloquecieron, espíritus burlones, llantos, risas y camaradería. Tuve el cuarto que quise y muchas tardes desde mi hamaca, bañada en la luz naranja del atardecer, vi el sol ocultarse.