En esta ocasión recomiendo una película que habla de una manera particular de percibir el mundo.
Se trata de “La escafandra y la mariposa” que aparece, sin lógica alguna, como “El llanto de la mariposa” en Netflix. La dirige el también pintor Julian Schnabel a quien le atraen las vidas diferentes y únicas, como es claro en sus tres películas.
La primera de ellas, con un reparto de lujo que incluyó a David Bowie, Gary Oldman y Benicio del Toro, entre otros, fue “Basquiat” sobre este artista polifacético que falleció muy joven.
La segunda la hizo basada en la autobiografía del polémico escritor cubano Reinaldo Arenas interpretado por un tremendo Javier Bardem.
En los dos casos la historia se centra en la vida y dificultades que encuentran estos artistas únicos, con vidas intensas y trágicas que tienen una manera particular de ver su realidad e intentan compartirla de diversas maneras.
“La escafandra y la mariposa” se mantiene en esta línea. Cuenta la historia que sucedió en la vida d real de Jean-Dominique Bauby, editor de Elle que, un día cualquiera y sin previo aviso, sufrió una embolia masiva que lo dejó en coma.
Al despertar coma descubrió que su mente estaba perfecta pero su cuerpo no le respondía de ninguna manera. ¿Qué puede sentirse estar, literalmente, atrapado en un cuerpo mientras la mente sigue intacta? Bauby lo supo. Lo increíble es que logró Bauby comunicar su experiencia a través del parpadeo de su ojo izquierdo y la paciencia infinita de quien le ayudó a hacerlo. Así, parpadeando Bauby logró escribir un libro sobre su fuerte experiencia.
En la película, precisamente, aparece el momento en que el libro es publicado.
Schnabel parte de esa potente autobiografía y se vale de su talento artístico para sumergirnos visualmente y, sin duda su mayor logro, sin sentimentalismos en el mundo que percibe Bauby (interpretado de manera natural y creíble Mathieu Almaric).
¿Y el título? La escafandra se transforma en la metáfora perfecta del cuerpo inerte y la mariposa no es otra cosa que la representación de la mente que consigue, a pesar de todo, volar libre. Por eso no tiene sentido que cambien el título y menos por algo tan horrible como “El llanto de la mariposa”.
Conmovedora, reflexiva, estética… una película que difícilmente deja indiferente al espectador.
Merece, sin duda, cada uno de los premios y nominaciones que obtuvo.