En un #Cinetflix pasado dedicado al Sur mi recomendada fue una película argentina dura, inclemente y brutal: El otro hermano de Adrián Caetano que algunos recodarán por su opera prima del 98 Pirra, birra, faso.
El otro hermano está basada en la exitosa novela Bajo este sol tremendo escrita por Carlos Busqued quien falleció repentinamente en marzo de este año y que aparte de ser escritor, docente, ingeniero y productor radial tenía una presencia muy activa en twitter en donde realizaba todo tipo de ácidas reflexiones.
La historia gira en torno a Cetarti que acaba de llegar a un pequeño y olvidado pueblo en el Chaco, caluroso y asfixiante, porque su madre y hermano fueron brutalmente asesinados por el amante de la primera. La noticia se la dio Duarte un ex oficial de la fuerza aérea que se convertirá en su guía en ese apartado lugar.
El ambiente es malsano y misterioso… la música insinúa todo el tiempo que algo va a pasar o está pasando, que hay un cierto desarreglo en todo. El crimen es terrible pero el horror más grande nos lo produce Cetarti que no parece sentir nada, ni importarle mucho lo que sucedió. Duarte se revela rápidamente como un corrupto que aprovecha cualquier situación para sacar dinero y que es capaz de cosas mucho más terribles sin ningún escrúpulo. Sbaraglia lo encarna sin fisuras, temible, manipulador, mueve los hilos de todo en el pueblo.
Caetano captura este ambiente de marginales, amorales e insensibles que se mueven en un territorio olvidado por el Estado, en donde la violencia- residuos también de una violencia estatal ejercida en años anteriores- se ha engendrado y reproducido. La cámara acentúa la soledad, el calor- las pieles se ven brillantes todo el tiempo por el sudor- y la sensación de encierro.
Los animales son parte importante de la historia y aparecen de diversas maneras: son inquietantes, como el axolotl (referencia clara a Cortázar), metafóricos como el escarabajo, agresivos e impredecibles como los perros que no paran de ladrar, amenazantes como el cebú (gran escena). Caetano incluye incluso el elefante que aparece en la portada de la novela en la camiseta estampada del protagonista.
Ese lazo con el mundo animal hace pensar en instintos primarios, en animalidades exacerbadas, en la ley del más fuerte que prima en este pueblo donde el abúlico Certati se queda buscando ganar dinero para iniciar una nueva vida en Brasil. En medio de todo esto aparecen chispazos de humor, uno muy negro negro y de ironía.
Cetarti es el otro hermano, el que sobrevivió al crimen, pero el título también está vinculado con Daniel, el hijo sobreviviente del asesino (su hermanastro), que, además, tiene el mismo nombre de su hermano mayor fallecido cuando bebé, él también es el otro.
El dinero parece ser la única motivación clara para los personajes y lo que justifica sus acciones. Toca tenerlo, cuidarlo, atesorarlo, así termine guardado en un cajón en una casa infestada de basura. La traición es moneda corriente, al igual que la droga, necesaria para anestesiarse aún más. La familia solo existe como fachada y no es un lugar en el que se esté seguro.
La película es un retrato duro, frío e irónico de una sociedad que ha conocido otras violencias y que ahora batalla entre la crisis, la corrupción sistemática y el sinsentido. La descomposición social y moral es evidente.
A no ver en un día en se necesite recobrar la fe en la humanidad.