Con Samuel Castro aún de viaje logramos coordinarnos para realizar, después de una larga pausa, un nuevo #Cinetflix.
Mi recomendada fue la tercera película del director noruego Joachim Trier y la primera que ha hecho en territorio norteamericano, se trata de Louder than Bombs que encuentran en Netflix traducida como Más fuerte que las bombas.
La historia se centra en lo sucedido al interior de una familia tras la muerte de la madre, una reconocida periodista de guerra fallecida trágicamente en circunstancias, vale aclarar, que no tuvieron que ver con su trabajo. Decir que Trier escogió un reparto de lujo es quedarse corto, empezando por la madre, la siempre magnífica Isabelle Hupert que consigue, con muy poco, crear unos personajes complejos en los que fuerza y fragilidad se combinan en dosis precisas.
Hupert interpreta a la madre, que, curiosamente, tiene su mismo nombre, Isabelle. Ella es el elemento unificador en una familia de hombres compuesta por su esposo y sus dos hijos.
La narración no cronológica de Trier y focalizada desde diferentes puntos de vista nos permite conocer el pasado de los personajes y lo que cada uno de ellos ha enfrentado tras el trágico suceso mientras, a la vez, presenta a la enigmática madre, la ausencia fatal.
Gabriel Byrne es el padre, Gene, el viudo que busca seguir adelante mientras lidia con su hijo adolescente, Conrad, interpretado por un destacado Devin Druid. Trier consigue captar el silencio y malentendidos que se han instalado entre ellos de manera inevitable.
Jesse Eisenberg, que hace un gran papel, es Jonah, el hijo mayor, el cómplice de la madre, el favorito, el inteligente. Es también el encargado de abrir la película en una secuencia llena de información cuando presencia el nacimiento de su hijo y vemos, de manera sutil y sencilla, que algo no está del todo bien en él. Ese inicio con la vida que nace se desplaza rápidamente hacia atrás, hacia la muerte, que cada uno de los personajes revisita de cierta forma sin lograr cerrar ese ciclo y sin poderlo comunicar o expresar acertadamente de alguna manera.
Trier llena su narración de metáforas, simbolismos, sobre lo que creemos, imaginamos, callamos y la manera cómo eso que no decimos, eso que creemos que nadie oye es finalmente «más fuerte que las bombas», una suerte de explosión que no por ser silenciosa es menos violenta o destructiva.
Visualmente preciosa, narrada de manera poco convencional, Louder than bombs es una película para reflexionar sobre las relaciones familiares, sus tenues lazos y lo que ocurre cuando la tragedia los toca.
(Que no me quede sin decir, como me lo señaló acertadamente Pablo Roldán que esta película tiene, sin duda, uno de los mejores diseños de afiche que se han hecho)