El día de hoy quiero recomendar una película que me sorprendió mucho y que en Netflix aparece como “Mi nombre es John Lennon” aunque su título original es “Nowhere boy”. Es, de nuevo, de esas traducciones inexplicables y que traicionan el espíritu de la historia. La película se centra en un momento preciso de la adolescencia de Lennon cuando le suceden una serie de cosas que lo marcarán por siempre.
Durante este momento particular de su vida lo que prima es la sensación que tiene de no pertenecer a ningún lado, de no encontrar su sitio y de, al parecer, estar destinado, como le dicen en tono amenazante (y decimos en Colombia) “a no llegar a ninguna parte” , es, entonces, como lo adelanta el título original un “nowhere boy”. Nada de “Yo me llamo John Lennon” así, como una afirmación, cuando él, aún no sabe quién es, ni lo que quiere hacer, apenas va a empezar a adivinarlo.
Sam Taylor-Jhonson dirige esta particular aproximación a la vida de Lennon (inspirada en un libro escrito por su media hermana Julia Baird) que no es otra cosa que acercarse a un mito antes de que este se cree (puede recordar películas similares como “Diarios de motocicleta” de Walter Salles que se acerca a un joven Guevara antes de convertirse en El Che).
Visualmente la película tiene momentos preciosos y decisiones acertadas al mostrar las múltiples facetas del joven Lennon que es, como todos nosotros, muchas cosas a la vez: apasionado, irreverente, intenso pero que, también, está lleno de rabia y contradicciones. Aún no ha descubierto la música y lo que ella le proporcionará y su madre, a quien apenas conoció siendo un niño, ha reaparecido de repente haciendo tambalear la frágil estabilidad que el joven a conseguido junto a su tía Mimi (una sólida Kristin Scott Thomas).
Sin duda el peso de la película recae en Aaron Taylor-Jhonson quien no decepciona encarnando de manera creíble e intensa al adolescente Lennon mientras este transita por estos años decisivos, conoce a Paul y, posteriormente, a George. Es claro, sobre todo con Paul, que son personalidades casi opuestas pero unidas por la pasión por la música (la admiración y la envidia) y, como no, por heridas y dolores similares.
En fin, una película que habla sobre buscar su lugar en el mundo y del arte como una manera de encontrarlo, a la vez que realiza un retrato de una época de cambios y una exploración de los lazos que construyen una familia y de las rabias y egos que, muchas veces, amenazan con destruirlos.
P.D Que no se me olvide decir que la banda sonora es buenísima ( no tiene canciones de los Beatles porque estos aún no existen) y está en Spotify.
Anécdota: Durante el rodaje el joven Taylor-Johnson se enamoró de la directora, en ese entonces llamada Sam Taylor-Wood, quien le doblaba la edad. Contra todos los pronósticos empezaron una relación. Llevan diez años casados (decidieron combinar sus apellidos, como pueden notarlo) y tienen 2 hijas.