Un día cualquiera 12 enormes naves alienígenas de inusual forma flotan sobre diferentes puntos del planeta. ¿Qué quieren? ¿A qué han venido?
En momentos precisos del día permiten el ingreso a los humanos y, pareciera, quieren intentar establecer algún tipo de contacto pero la comunicación parece imposible.
La doctora Louise Banks (una impecable y firme candidata al Oscar Amy Adams), experta lingüista y traductora, será la escogida, en Estados Unidos, para intentar desentrañar de qué manera comunicarse con los extraterrestres.
A partir de esta premisa, en apariencia sencilla y quizás hasta convencional (¿no hemos visto ya películas de naves que llegan y extraterrestres que buscan hablarnos o agredirnos?) el director canadiense Denis Villeneuve consigue construir un profundo y conmovedor relato sobre el encuentro con otros.
El lenguaje se convierte en esta historia en herramienta y arma. Es lo que nos acerca al otro y es, también, lo que destruye los frágiles puentes que logramos construir para aproximarnos. Es este, sin duda el epicentro de este relato que se nutre de lo mejor de las películas de ciencia ficción (difícil no pensar en 2001 odisea del espacio (1968), Encuentros cercanos del tercer tipo (1977), Contacto (1997) o, más reciente Interstellar (2014)) para construir un universo propio, creíble, con una hermosa fotografía y una banda sonora, compuesta por Jóhann Jóhannsson un invitado habitual en las películas de Villeneuve, que encaja a la perfección.
La llegada es una película sobre unos extraterrestres misteriosos que nos visitan y una mujer que emprende un viaje interno, único y personal del que dependerá, paradójicamente, el destino de la humanidad. Es ese viaje interno el que permite al espectador generar empatía con tan singular situación y reconocerse en los descubrimientos y cuestionamientos que experimentará la doctora mientras se nos lleva a reflexionar sobre el miedo, el amor, la soledad, el perdón y el duelo.
No es la primera vez que el director Dennis Villeneuve se enfrenta a estas cuestiones. Incendies (2010), Prisoners (2013) o Sicario(2015), por mencionar tres de sus películas más conocidas, son la prueba no solo de alguien que consigue guiar a buen puerto guiones difíciles sino una muestra clara de su interés por temas difíciles y que tienen en común que sus protagonistas enfrentan un momento de quiebre que cambia, para siempre, su manera de ver el mundo. En La llegada esta ruptura permite, sorpresivamente, que una luz de esperanza lo ilumine todo y nos recuerda la importancia de contar con otros aunque el dolor y la pérdida deban, inevitablemente, ser parte de nuestro camino.