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El 25 de julio de 2007 Aura, la esposa de Francisco Goldman, periodista y escritor norteamericano, falleció trágicamente. Tenía tan solo 30 años, Goldman 53.

Durante el tiempo que estuvieron juntos, nunca contemplaron que ella pudiera irse antes. El amor los había sorprendido unos años atrás y habían decidido vivirlo con intensidad a pesar de las miradas suspicaces que suscitaba su relación y la desaprobación evidente de la madre de Aura.

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Di su nombre, es el sorprendente relato autobiográfico en el que Goldman nos sumerge para contarnos cómo se enamoró de Aura y cómo vive ahora los días sin ella. Pero esto no es todo, para hacerlo nos hará conocer a Aura, sus diarios, sus escritos literarios, sus inquietudes y contradicciones. No es una descripción que busque enaltecer sino acercarse a la complejidad de una mujer vital, llena de proyectos y de ideas, contradictoria e insegura, como todos, que vio su camino truncado dramáticamente. Goldman nos la presenta sin filtros, sin esconder nada, como se muestra a sí mismo enamorado y después transitando los recovecos oscuros del duelo y la culpabilidad. Sin pudor se desnuda ante nosotros, sus flaquezas y errores los momentos en que, como todos, no estamos a la altura del amor o de la misión que tenemos por delante, los instantes muchas veces cómicos, de una manera triste y negra, en que somos víctimas de nuestras debilidades. Con una prosa fluida, desprovista de melodrama, Goldman emprende la tarea titánica de reconstruir los cimientos del amor, realiza una arqueología exhaustiva y dolorosa que se extiende a Aura y su familia, en particular a la madre, que ha decidido tras la muerte de su única hija entablar un proceso legal contra el viudo acusándolo de ser el responsable del infortunado deceso.

Goldman no quiere exculparse en el relato sino entender su responsabilidad y el papel de los otros y, sobre todo, mirar con cuidado la delicada filigrana del amor, el insondable vacío que deja una vida que se siente incumplida, inacabada. Por si esto fuera poco, con dolor, amor y compasión se acercará a lo que tuvo que dejar su mujer, las preguntas sin respuesta, los cuentos que no terminaron por escribirse, los proyectos que quedaron en el tintero, e intentará resolverlos, darles una nueva vida, un cierre posible, un lugar para existir, a través de su escritura.

Inquietante, dulce, perturbador, poético, la prosa del escritor nos envuelve y hace partícipes del relato. Es tan así que, hacia el final, cuando Goldman reconstruye con precisión los sucesos que desembocaron en la muerte de Aura, nosotros, como él, como su madre, como sus amigos, estamos esperando que ocurra el milagro que detenga lo inevitable, deseando que no se extinga esa vida a la que nos hemos asomado y ahora conocemos tanto.

francisco goldman

Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?