El general Rojas Pinilla, él único dictador de la historia de Colombia, grita desnudo en el baño del Palacio Presidencial porque se le acabó el agua caliente. Con esta imagen hilarante inicia la última novela de Daniel Samper Pizano.

Transcurre el año de 1953, los ojos del país, y sus esperanzas, están puestas en el dictador que aparece retratado en la novela como un hombre ingenuo, torpe, y convencido, eso sí, de su misión de salvar el país mientras se mete en todo tipo de situaciones divertidas. Doña Carola, la esposa del general, y su hija, la Nena, siempre de punta en blanco y dispuestas a apoyarlo en todo lo acompañan en su aventura mesiánica. Samper Pizano le suma a la familia presidencial una tercera hija, Sagrario, la hija que supuestamente tuvo Rojas Pinilla antes de casarse y que, tras la muerte de su madre, se fue a vivir con la familia del general. Sagrario es el contrario de la Nena: impulsiva, ambiciosa, boca suelta, manipuladora, adora el poder y está dispuesta a frenar cualquier cosa que le haga competencia a la popularidad de su padre, y esa cosa es, a su modo de ver y por increíble que parezca, un caballo.

Triguero, pequeño, sin porte, medio feo es el caballo más famoso del país y el que se atraviesa, según Sagrario, en los planes de su padre. A las intrigas que no tardará en realizar esta hija desesperada se sumará una tercera historia, la de un joven de 13 años, Rafael Trajano, hijo del veterinario que cuida a Trigueros, y el inicio de su amistad con Jota, un joven humilde que ayuda a cuidar caballos.

A través de estas tres historias (insinuadas desde el título) Samper Pizano describe una ciudad que ya parece lejana y perdida, la Bogotá de los años 50, sus lugares emblemáticos, su particular atmósfera y aventura al lector, con humor, por las intrigas del poder.

La manera como son narrados los hechos hace que sea imposible no ver lazos con figuras y sucesos de la actualidad. Por otra parte, este es también un libro que narra la perdida de la inocencia, el personaje de Rafael, a través de su amistad con Jota, verá romperse la cómoda burbuja de niño privilegiado en la que ha vivido (a pesar de vivir una difícil situación familiar) y descubrirá, de la peor manera, que no todas las cosas son lo que parecen, ni los valores que le han enseñado parecen regir en la realidad.

Las carreras de caballos narradas en el libro se convierten en una metáfora de la realidad nacional del momento (el auge y caída de un gobierno).

Una novela sencilla, divertida, bien escrita, que describe con gracia esa Bogotá de 1950 tan cercana a la actual con sus intrigas, corrupción, mesías de turno y la pasmosa desconexión de las políticos con quienes gobiernan.

Lo mejor: Las situaciones en las que termina Rojas Pinilla como la reunión de la cúpula del gobierno en vestido de baño que incluye bañada en el río.