Sin duda, lo que me parece más interesante de esta saga, es que, al verla, no es fácil estar del lado de la raza humana.
Atesoro con cariño los recuerdos de la serie de televisión, del mismo nombre, que pasaban en los ochenta los fines de semana. Son recuerdos fragmentados, un tanto inconexos (tampoco soy tan vieja) pero siempre unidos por el maravillamiento que me producía un mundo controlado por primates donde los humanos estábamos reducidos a esclavos.
En el 2001 fui de las que esperé emocionada la versión de Tim Burton sobre el tema y salí más que decepcionada (no soy la única en habar pasado por ese trance). En el 2011 me arriesgué de nuevo atraída por una idea que tiene todo para ser potente en cine. El origen del planeta de los simios, cumplió mis expectativas, y abonó el terreno para que no dudara en ver la segunda entregaEl planeta de los simios: confrontación, dirigida, en esta ocasión, por Matt Reeves.
La primera película se centraba en la búsqueda de identidad de César, el chimpancé super inteligente, que descubrirá que a pesar de haber crecido amado por humanos hace parte de una raza oprimida y maltratada que debe alejarse de ellos si desea empoderarse y vivir libre. En esta nueva entrega los años han pasado y la vida apacible que César ha construido, lejos de la civilización humana, donde reina tranquilamente entre los simios se verá afectada por la llegada de un grupo de hombres que espera poner en funcionamiento una hidroeléctrica abandonada que está en el territorio de los primates. Las condiciones son extremas para los humanos, un virus que surgió entre los simios (producido en laboratorio por científicos) acabó la mayor parte de la población. Diezmados, debilitados después de padecer hambrunas, los pocos sobrevivientes, inmunes al virus, que quedan en San Francisco se aferran a la esperanza que puede traer la hidroeléctrica y recuperar la energía que necesitan para reconstruir el mundo que se perdió. Por su lado, los primates viven tranquilos y en armonía alrededor de su líder, las nuevas generaciones desconocen el alcance de los humanos pero los más viejos, en especial Koba, recuerdan aún con odio todo lo que les hicieron en laboratorios.
La película abordará el conflicto que enfrenta cada uno de las especies y se convierte en una reflexión válida para cualquier conflicto armado (una especie de cómo se gesta un conflicto para dummies). Me explico, en este caso podemos decir que de una u otra manera el conflicto es por territorio, una especie desea algo que se encuentra en el territorio del otro, cualquier negociación es tensa porque las dos partes desconfían de la otra. Por un lado, los primates que conocieron a los humanos no creen en ellos y están convencidos de que serán traicionados si ceden; por su parte, son varios los humanos que menosprecian a los simios, no los creen capaces de entender lo que está en juego y, de una manera un tanto absurda, algunos hasta los culpan por el virus que atacó la raza humana.
Pero claro, como en toda guerra estas son generalizaciones, en cada bando hay algunos que están dispuestos a dialogar, negociar y confiar en el otro, en el distinto, en el diferente. En la película, como lo dije al comienzo, es difícil tener un bando, como sucede en la vida real, porque ante la inminencia de la guerra los extremos se exaltan y algunos creen que en vez de negociar es mejor (y supuestamente más fácil) simplemente exterminar al otro. Difícil no reprobar la patanería y violencia humana pero cómo apoyar a los simios cuando vemos niños enjaulados, familias perseguidas y presenciamos la violencia de la que ellos, tristemente, también son capaces porque, como lo comprendió César, “el simio no es tan distinto al hombre”.
Por último, los efectos especiales son impresionantes, los simios no solo se ven reales sino que son increíblemente expresivos. El ritmo se mantiene a pesar de ciertas repeticiones un tanto innecesarias y vacíos del guión. como espectadores sabemos que contemplamos, como reza el tagline, “la última oportunidad para la paz” y, que esta, por desgracia está por irse al garete gracias a la imposibilidad de algunos de ver al otro desde una nueva perspectiva…..cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.