Las ventanas son aberturas hacia el exterior nos permiten ver hacia afuera desde un interior cómodo y resguardado.
Son también aberturas hacia los interiores que nos están vedados por muros que quisiéramos penetrar.
Nos revelan vidas ocultas, esbozos de personalidades.
A veces, también, son reflejos, fungen como espejos y entonces se transforman en algo extraño y particular: en un lugar donde lo externo y lo interno se funden, un instante fugaz donde dos realidades se mezclan.
Estas son algunas de las que me he topado viajando:
Normandía, atardecer de verano
Lyon, una ventana transformada en un cuadro en el que la lápara del sitio se funde con el reflejo y se transforme en una enorme luna llena.
Figueras (con los enormes huevos del Museo de Dalí reflejándose)