El caso de plagio de Gabriela Salazar en el último libro de Pilar Castaño es el resultado de dos realidades inquietantes:
1. La poca consciencia que existe en la actualidad sobre los derechos de autor y la ligereza con que se toman imagenes o textos de internet y se presentan como propios (cualquier profesor ha padecido esto en los trabajos de sus alumnos)
2. Sin embargo, no menos inquietante es que Pilar Castaño contrate a una joven de 19 años para hacerle el trabajo. Nadie duda que su portafolio fuera interesante (y que ella sea talentosa) pero la explicación, más bien, radica en pagar 5 millones por un trabajo que hubiera costado mucho más si hubiera sido hecho por un profesional. El ahorro de dinero puso a alguien inexperto a enfrentar una presión para la que no estaba preparada (aunque eso no justifica el plagio, claro está).
Finalmente, lo que esto pone sobre el tapete es la manera cómo se valora el trabajo de ciertas profesiones, en este caso, la de los diseñadores.
Como dicen por ahí: lo barato sale caro….