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En plena época del mundial de fútbol no está de más recordar películas que tocan el tema de ese deporte. Una de ellas es Rudo y Cursi, dirigida por Carlos Cuarón, hermano de Alfonso Cuarón cosa que no significa mucho si a eso no se le suma que es el guionista galardonado de Y tú mamá también.
Rudo y Cursi es su primera película como guionista y director simultáneamente. La trama gira en torno a dos hermanos Beto (Diego Luna) y Tato (Gael García). En algunas sinopsis de la película (incluida la que se encuentra en la parte de atrás del DVD que compré) hablan de cómo los dos “tienen un sueño en común: convertirse en jugadores de fútbol profesional”, no estoy de acuerdo con la afirmación. La explicación es simple, estos dos hermanos frutos de la relación de su madre con un francés, (una madre que tiende a buscarse hombres complicados y abusadores y que tiene varios hijos de diferentes padres), trabajan en un platanal, viven sus vidas sencillas y disfrutan jugando fútbol, como los otros muchachos del pueblo, pero no es su sueño codiciado como no es esta película sobre cómo el deporte es la pasión através de la cual se triunfa. Cuando Batuta, un caza talentos bastante especial, los ve jugar por casualidad en la polvorienta cancha donde suelen hacerlo y consigue llevárselos a la capital, el fútbol se convierte para ellos en el medio para acceder a lo que realmente desean.
El acierto de la película es, sin duda, el hecho de seguir a dos personajes a los que se les da una oportunidad que no esperaban, un golpe de suerte y la manera como este terminará por enfrentarlos a cosas a las que no estaban preparados, sobre todo, a ellos mismos.
Beto, conocido como el Rudo por su manera digamos brusca, para no ser redundantes, de jugar quiere a su esposa y a su madre, se siente, como hermano mayor, un tanto el jefe de ese numeroso clan y espera, cómo no, brindarles una mejor vida pero su pulsión más profunda, aquello que lo hace perder el rumbo y la cabeza es apostar, poco puede controlarse en esas circunstancias y le queda muy difícil medir límites cuando se enfrenta a la posibilidad de ganar. Cartas, carreras, máquinas, cualquier variante es buena mientras exista la adrenalina de la apuesta.
Tato, apodado el Cursi por su sensibilidad, sentimentalismo y, claro, cursilería (como se aprecia en su particular manera de celebrar los goles) siente que su verdadera pasión es la música. Aspira a convertirse en cantante, acepta jugar fútbol con el único propósito de que este le abra el camino hacia la realización de su propio disco, además Tato siente debilidad por las mujeres hermosas y en particular por una figura de la televisión.
Victimas de su ingenuidad, acostumbrados a vivir en su pequeño pueblo, el mundo que se abre ante estos dos hermanos y las posibilidades que les ofrecerá el dinero solo parecen lograr que conozcan sus lados más oscuros, y terminen víctimas de sus debilidades.
La película muestra aspectos diversos de la sociedad mexicana (tan similar a todo el resto de Latinoamérica), el machismo, las enormes brechas sociales y la casi imposibilidad para ascender socialmente, por ejemplo, están presentes en ella.
Cuarón sigue a sus personajes, sin irrespetarlos, con mucho humor, pero sin ahorrarnos su dolorosa caída. Vemos la traición entre hermanos, la búsqueda por conquistar un sueño, el narcotráfico como una opción de ascenso social (razón por la cual termina por ser aceptado), las efímeras pasiones de la industria del entretenimiento, los sobornos, las mentiras y engaños.
En un momento de la historia, la voz en off de Batuta, este pillo que cambia de mujer como de calzoncillos y se lucra del trabajo de otros, dirá que sería importante que la gente pudiera distinguir entre una pasión y un talento “esa es la diferencia entre un hincha y un crack” afirma. Es difícil que la frase no se quede rondando por la cabeza y es este finalmente uno de los puntos neurálgicos de la película ¿Y si no somos buenos en lo que nos gusta ¿Y si eso que tanto anhelamos jamás sucede? ¿Y si desaprovechamos ese instante que nos da la vida para cambiar la historia a la que parecemos condenados?
Difícil no cerrar esta reseña retomando la idea de lo que han sido estos días del mundial del 2010 (del que aún, en este momento, no se conoce al ganador) pero que ha sido una demostración de todo lo que es puede ser el fútbol: una sorpresa, un golpe de suerte, una demostración de talento, de oportunidades desperdiciadas, de resultados inesperados, de fracasos y disputas…en fin, todo eso que compone cada juego, cada competencia deportiva, cada vida humana.