Es raro cuando uno habla de uno mismo (así con esta reiteración en el uno). Alguien hace una pregunta cualquiera, ¿qué te gusta comer?, ¿qué película te gusta?, ¿cómo eras a los 15?, y ahí estamos construyendo un retrato nuestro con palabras intentando explicar lo que no nos hemos explicado a nosotros mismos, edificando con cuidado nuestra imagen: a mí me gusta.., yo siempre…, yo nunca…. Yo. De tanto oirme hay cosas que casi me creo, a veces no sé si las cosas que digo las digo para autoconvencerme, para contarme esa historia que me gusta. Nuestros amigos más viejos conocen muchas de nuestras historias, recuerdan algunas con mayor claridad que nosotros, otras las han modificado a su antojo apropiándose de ellas (a veces incluyendose). Nada mejor que ese momento en el que uno escucha una historia que cree recordar bien y el otro la cuenta tan distinto, tan disatinto, cambian los colores las perspectivas, las circunstancias y hasta la visión que uno tenía de sí mismo. Tú eras así… ati nunca te gustó… tú pensabas… Tú.
Ese yo y ese tú a veces son muy distantes….