Sentada en la tienda de postres con unas fresas con crema en la mano.
El día está fresco. Es mi última tarde aquí, siguen destinos desconocidos.
Nada irrumpe en esta calma silenciosa.
A los lejos un sonido que se acerca cada vez más…. Son dos helicopteros.
pasan lentamentamente, muy cerca, están por aterrizar.
Son los helicopteros de la cruz roja, se identifican gracias a los colores.
La señorita que limpia las mesas comenta «ahí deben venir»..
Yo veo los helicopteros y me parece que pasan muy lentamente, veo sus ventanas pequeñas e imagino que Clara Rojas sujeta a Emanuel sobre su regazo mientras mira la carretera, la tienda de postres, los anónimos comensales que se encuentran allí sentados.
Quizás hasta se hayan cruzado nuestras miradas por un instante.
Un ligero escalofrío me recorre la espalda de solo imaginarlo.
No más palabras.
El helicoptero que se aleja.
El fin de una larga pesadilla para ella.
Yo me como otra fresa en el sopor de una tarde anodina.