Después de esta introducción me concentro en lo que me ha estado dando vueltas últimamente: Harry Potter y su fenómeno editorial.
Para nadie es un secreto que los libros del joven mago se venden como pan caliente, el último libro de la saga vendió la bobadita de 10 millones de ejemplares en las primeras horas de su lanzamiento. Mala noticia para los que proclaman el fin del libro y un suceso que amerita sentarse a pensar un poco.
A las películas no les ha ido nada mal y su reto ha sido no defraudar a los lectores que han tenido, menos mal, la posibilidad de llevarle la delantera a las películas.
Yo leí los dos primeros y paré. Me he visto las películas y decidí leerme los dos últimos libros, ya (como dice el poema) «con ganas de saber en qué paraba la cosa».
Me leí los dos libros en pocos días, la lectura es fácil y rápida y me he quedado pensando.
Finalizando el sexto libro tuve la sensación de que la escritora podía aprovecharse un poco del lector, es decir que tras definir unos personajes y unas situaciones se daba el gusto de realizar giros inesperados violentando, a mi gusto, una lógica que ya había planteado.
Tuve la sensación de que había una suerte de efectismo que se permitía a raíz de ya tener un lector ganado y pensando en sorprenderlo para mantenerlo atento, así es como ocurrían sucesos que, a mi modo de ver, eran poco creíbles dentro de la historia y desafiaban al lector que no podía aducir un clásico «ya lo sospechaba». Sin embargo, para mi sorpresa, Rowling retoma aliento y endereza los entuertos y organiza todo en el último libro.
Pasé de tener la sensación de que la historia se supeditaba un poco a sus caprichos más que un plan predeterminado a sentir que sí tenía las cosas «fríamente calculadas».
Harry Potter tiene todo para ser un producto exitoso y una historia que atraiga muchos públicos porque posee dosis exactas de elementos que funcionan: el colegio, el paso a la adolescencia, la aventura, los retos iniciáticos, la idea del elegido que nos reivindicará, la búsqueda de una misión etc.. es como unir Stars Wars, Hig Musical, Matrix, Camelot y muchas más en una sola ficción.
Eso se lo anoto a Rowling. Me extrañó, eso sí, quizás por creer que el «elegido» debe hacer alarde de más autocontrol, cómo a Harry lo posee la ira en innumerables ocasiones y que los deseos de venganza literalmente «lo consumen»; madura, es cierto, y tiende a hacerse mejor persona pero se mantiene en un plano emocional un tanto básico.
También me llama la atención que cuando la amenaza de Voldemort ya parece haberlo contaminado todo y que se acerca la caída ineludible hacia lo que parece ser el «lado oscuro» Harry y sus amigos aún tienen fuerzas para distraerse con problemas del corazón o conflictos adolescentes. El personaje de Draco, por ejemplo, a pesar de alcanzar unos grados de maldad inusitadas no pasa de tener escaramuzas un tanto colegiales con Potter.
El último libro de Harry Potter, el que parece ser el cierre definitivo de la saga, va a ser dificil de ser llevado a la gran pantalla por la cantidad de sucesos que abarca y como la politica, hasta ahora, ha sido sacrificar lo menos posible no me imagino qué van a seleccionar.
Ante el último éxito de ventas de Rowling los intelectuales levantan la ceja… y ese es el tema que más me ha rondado. Estamos ante una buena historia contada en el momento adecuado y ante una escritora sagaz que ha sabido construir un emporio con su imaginación pero, no hay que confundir las cosas, no creo que estemos ante una gran escritora. En realidad el lenguaje, protagonista fundamental de la literatura, es bastante pobre en estas novelas. No crean que esto se deba a que no utiliza palabras complicadas sino, simplemente a que ella no está pretendiendo manejar el lenguaje de una manera especial, no hay una propuesta estética ni es de lejos la preocupación de la autora hacerlo. ¿Pero cómo hacer esto en literatura juvenil? ejemplos hay varios. Ahí está el caso de Michael Ende y La historia interminable que de ser el autor de otra estirpe hubiera podido convertir su libro en algo similar al éxito de Potter (hacer una saga). Ende no lo quiso así y basta ver la estructura del libro o la complejidad (no se entienda complejidad como dificil sino como profundo) de ciertas situaciones o lugares a los que se enfrenta el protagonista para saber que estamos ante otra propuesta ( sin ser tampoco una obra maestra ni mucho menos)
No digo que una sea mejor que otra sino diferentes.
Aquí, sin embargo, entramos en la eterna discusión: ¿pero si vende tanto eso no la hace gran escritora? no supera entonces a otros…. o peor… pensar que como vende debe ser mediocre, fácil de leer, puro marketing.
No me inclino ni por un lado ni por el otro… leí con avidez y curiosidad los dos libros. Tuve momentos de completa absorción en los que creo que Rowling lograba una escritura interesante, en otros me aburría un poco de ciertas simplicidades y de algunas incoherencias (como ciertos personajes secundarios que quedan olvidados por el camino, situaciones dramáticas que quedan en la mitad, o distracciones innecesarias) pero sin duda son libros que pueden recomendarse y que han convertido ha muchos niños en lectores porque después de empacarte 7 libros (el último de casi mil páginas) es probable que quieras seguir leyendo y solo por eso hay que estarle muy agradecido a J.K Rowling.
No quisiera cerrar este breve comentario diciendo que me sentí un poco como cuando leía las aventuras de Los cinco de Enid Blyton o de los siete secretos.. niños transformandose en adolescentes que se enfrentan a problemas del mundo adulto pero desde una lógica un tanto infantil e ingenua y a los que todo les sale bien….
Pd; Y que conste que no me uno a El tiempo que decidió tirarsele el final de la saga, gracias a un titular inapropiado, a cualquier lector que abriera desprevenidamente el periódico.