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Del fútbol y lo inesperado

By julio 10, 2006diciembre 9th, 2014No Comments

Bueno, se acabó el mundial e inició, al fin, la semana en que me siento oficialmente en vacaciones. LLevo días sin escribir apurada en otros quehaceres, llenando las horas con diversas ocupaciones que venían, hace rato esperando su lugar. He pensado en muchas cosas: en la muerte en cómo aparece a veces de improviso y nos estremece, nos toca, fulminante, total… He pensado en la educación y en lo que te enseña este oficio dificil sobre ti, sobre los demás, los retos internos que te impone, el continuo movimiento que exige.


He pensado en muchas cosas pero hoy quiero hablar del mundial y, sobre todo, de Zinedine Zinedane. Las comparaciones entre el fútbol y la vida las han hecho múltiples escritores, periodistas y aficionados. El fútbol despierta pasiones porque en él se ven casi pequeñas batallas, pseudo ejércitos de uniformados enfrentandose a otros, dependiendo de su destreza, de su estrategia y de la suerto, claro. Como en la vida en el fútbol emergen todo tipo de pasiones, engaños e injusticias. No gana siempre el que mejor juega o no salen las cosas como se habían planeado. El mundial despierta aún más emociones por tratarse de este enfrentamiento de países y porque a los futbolistas se les termina por ver como representates de una nación.
Ayer fue la final y me conmovía ver a la escuadra francesa dar lo mejor de sí en el campo, ansiosos por ganar. Era un partido especial porque los medios habían logrado convertir este partido en el momento crucial en la vida de Zinedine. Sin duda si lo era, el veterano jugador había anunciado su retiro definitivo tras jugar este mundial y estaba decidido a partir de la mejor manera. Los últimos partidos habían sido suyos y en todos se le veía decidido, tranquilo y jugando de la mejor manera. En los periódicos colocaron su imagen, publicaron entrevistas y enaltecieron su figura. Que era hijo de inmigrantes, que creció en un barrio díficil, que era muy callado, que con juego le había callado la boca a los españoles que lo daban por acabado….
El día de la final su imagen estaba proyectada en el arco del triunfo y toda una nación cantaba «Zizou, Zizou» y él pasó de futbolista a trasformarse en ídolo, en quien depositamos sueños y que sentimos superior…. Y todo un pueblo y muchos más se sumaron al clamor de quererlo ver coronado campeón, coronado rey… Claro, nos gustan los finales felices y este prometía ser uno de esos. El partido lo insinuó, penalty cobrado por Zidane, excelentes jugadas, casi un gol de cabeza en el tiempo suplementario y … de pronto…. el cabezazo. Zidane estalla ante un comentario malintencionado y golpea en el pecho a un italiano. Estupor, Zidane sale expulsado. Se retiró con lágrimas en los ojos a su camerino y allí se quedó aún mientras su equipo recibía las medallas por el segundo lugar. De seguro se sentía terrible, con un gesto había enlodado la despedida perfecta. Todo era muy triste… (en la otro esquina, aquel que insulta acierta su penalty y no tiene reparos en besar orgulloso la copa). Hoy vi el noticiero francés que siguió a la selección francesa a su llegada a Francia, todo grió en torno a Zidane,Chirac expresandole su apoyo, los gritos de «Zizou on t’aime» por las calles y la ovación enorme que le hicieron. Él se mantuvo serio, distante, con pequeñisimas sonrisas pero en general callado, ensimismado, notoriamente dolido por lo ocurrido.Es fácil hermanarse con su dolor porque todos hemos sentido, en algún momento, que echamos algo a perder tras un impulso, todos, creo yo, hemos repasado hasta la saciedad una situación o una conversación que hubiera podido ser de otra manera. A casi todos se nos ha destrozado algún final tipo hollywood: el amor no fue eterno, el beso nunca llegó, el examen no fue genial o algo no fue lo que esperabas.
Quizás eso es a la final lo que más me ha tocado y me ha parecido bonito de esta historia, Zizou probablemente no lo sepa pero su impulso irracional termina por recordarnos que la vida es así, que las cosas no salen como se planean y que lo bonito es que eso tal vez lo haga aún un idolo más grande del que pudiera ser sin ninguna mancha en su camiseta, porque él, el chico del barrio pobre, el que sacó fuerzas de donde no tenía, el que se repuso en la cancha de su lesión en el hombro cometió un error como cualquier otro y empantanó una fiesta que hubiera querido bailar de otra manera. Ahora el pueblo se tiende ante el héroe caído e intenta alentarlo, acompañarlo y probablemente lo ame más que antes, lo quiera más que antes… Ojalá Zizou lo entienda así…. Ojalá tras un acto errado seamos todos capaces de escuchar las ovaciones aunque hayamos salido del partido por la puerta de atrás.

Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?