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El que vaya a Closer esperando, como de pronto lo pueden sugerir ciertos cortos, ver una historia de amor, sí, con traiciones y desplantes, pero finalmente de amor puede quedar un tanto sorprendido.
¿Creíamos que íbamos a ver cómo se gesta el amor?, ¿los pequeños gestos, los coqueteos que son la delicia de todos aquellos que gustan del género romántico? Para nada. La película se inicia sin miramientos, va rápido y se detiene solo para hacernos participes de ciertos momentos claves y de los crudos diálogos entre los protagonistas.Los saltos temporales se suceden sin preaviso, no esperen un condescendiente seis meses o un año después. Lo que vemos es la evolución o involución (auque el término suene extraño) de dos relaciones que corren paralelas y se cruzan de maneras inesperadas y peligrosas.
La película es una adaptación hecha por Patrick Marber de su exitosa obra teatral del mismo título, presentada en Inglaterra. El director, Mike Nichols (¿Quién le teme a Virginia Wolf?, El graduado) se decidió a mantener el tono teatral y esa es otra de las razones por la cual la película se aleja aún más de las grandes producciones hollywoodenses y toma un tono más propio del cine independiente.
Es refrescante, y eso es necesario decirlo, ver a ese elenco de “luminarias”, como lo son Julia Roberts, Clive Owen, Jude Law y Natalie Portman, asumir el reto que propone este tipo de películas. Los cuatro actores consiguen dar vida a personajes complejos y convincentes acompañados por una banda sonora muy bien escogida que aparece solo en los momentos indicados.
La fuerza de Closer se centra en los diálogos y en lo que allí se plantea. ¿Qué es el amor? ¿Cómo definirlo en una sociedad cada vez más individualista en la que las relaciones personales se han convertido, muchas veces, en oscuras transacciones de bajos deseos y represiones? Para la muestra baste recordar la escena de encuentro entre los personajes interpretados por Clive Owen y Jude Law en una página de sexo virtual. ¿Cómo definir el amor entre personas que se debaten de manera permanente entre la culpa, el fracaso el descontento y en el que ser otro, o pretender serlo se convierte en una estrategia necesaria para sobrevivir y no ver la sordidez que los rodea?
Por eso es difícil ver esta película y sentir empatía por las historias de amor que allí se desarrollan, o, mejor dicho, por eso quisiéramos sentir que no nos parecemos en algo a esos seres desolados que están allí, recordándonos que la consecución del amor termina siendo la confirmación de la más profunda soledad y del desconocimiento absoluto de ese «extraño» que duerme a nuestro lado.