A veces es difícil creer que nos aman. Me es imposible no empezar mi reflexión sobre El jardinero fiel con esa frase. Dirigida por el brasilero Fernando Meirelles (Ciudad de Dios) la película se encargará de contarnos los horrores que cometen las industrias farmacéuticas en África. De una manera sentida y cuidadosa Meirelles nos interna por barrios oprimidos, hospitales hacinados y la asistencia médica que llega hasta allá condicionada a la experimentación de nuevos medicamentos.
Con el corazón oprimido asiste uno a la constatación de que para muchos es el dinero el que mueve el mundo y que la vida humana, el respeto por los otros o por lo menos la consideración no significan nada para muchos. Como si esto fuera poco ese recorrido lo hacemos de la mano de un singular matrimonio, Tessa y Justin, ella joven, decidida y con un profundo compromiso humanitario ha decidido casarse intempestivamente con un diplomático dulce y pacifico, al poco tiempo de conocerlo, y seguirlo a África. A Tessa no la deja descansar el dolor ajeno y está decidida a hacer lo que sea necesario para aliviar, aunque sea un poco el sufrimiento de ese pueblo oprimido, es vehemente, apasionada y hermosa y para Justin es evidente dudar de la inconsistencia del amor de esa muchacha impulsiva.
Lo triste y lo que definitivamente está muy bien contado en la película es que conocemos esa historia de amor solo después de que Tessa ha sido brutalmente asesinada. Justin que aparte de su trabajo es un jardinero consumado que cuida con esmero y paciencia sus plantas, decide, con la misma paciencia y empeño descubrir quién o qué están detrás de la muerte de su esposa.
Lo afortunado de la película es que nunca termina por convertirse en un clásico thriller, (recordé de una u otra manera mucho a La interprete en la forma en que nos es contada la historia), finalmente no hay sorpresas en la investigación de Justin, sabemos con antelación que los gigantes corporativos han descuido utilizar a los africanos como conejillos de indias, ¿quién lo notará?, “¿acaso no ha visto los índices de mortalidad?”
Lo conmovedor es contemplar cómo Justin aprende a ver el mundo de la manera en que lo hacía la persona que amaba. Seguimos a ese hombre acercándose al corazón de su esposa y entendiendo que la traicionó de la peor manera: perdió la fe en el amor que ella le tenía. Su búsqueda es un peregrinaje de expiación contada de manera pausada y triste, una historia de amor sentida y dolorosa.