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Cine

Cruzada (2005)

By mayo 7, 2005noviembre 6th, 2014No Comments

Voy a iniciar sin miramientos, me encantó la película.

Así de simple.

De seguro muchas cosas influyeron, el estado de ánimo, el sol de la tarde, predisposición a lo épico y la extraña fascinación (no soy muy original en eso) que ejerce en mí la presencia de Orlando Bloom desde su papel de Legolas en El señor de los anillos. De todas maneras, yo iba con las expectativas bajas, aún con Orlando a quien prefería rubio y estilizado, esto debido a que la última superproducción de tono épico de Ridley Scott , Gladiador, me había producido calambres abdominales. Todo me había caído gordo, las caras serias de Rusell Crown (creo que no es mi tipo), los clichés romanticones (él caminando hacia su difunta esposa en un reencuentro feliz), la inverosímil escena del emperador abucheado por su gente, en fin, como ven no me gustó nada.Sin embargo, la amarga experiencia no me ha hecho perder la fe en su director, es decir, si Ridley Scott fue capaz de dirigir Blade Runner, Alien o Telma y Louise, por solo citar algunas, es indiscutible que tiene talento y que conoce el oficio. Ahora bien, para hablar de Cruzada (es mejor la traducción El reino de los cielos) lo primero que es necesario anotar es que, en suma, lo que presenciamos es la historia de un héroe, en este caso, un verdadero caballero. Discutir si es verosímil o no que Balian (Orlando Blomm) pase a ser un avezado guerrero tras haberse dedicado a la herrería es creíble o no, no tiene sentido. La película es clara en eso, por las venas de Balian corre la sangre de Godofredo, Barón de Ibelin, el padre que desconocía y que se le aparece cuando ha perdido la fe para mostrarle sus verdaderos orígenes y sus capacidades ocultas. Su padre lo incita a unirse a las cruzadas y obedecer a Balduino IV quien se ha propuesto mantener el frágil equilibrio que se respira en Jerusalén, respetando las diferentes religiones que convergen en ese lugar. Balian asume con valentía y entereza ese destino y no cambiará de opinión aún ante las múltiples tentaciones que se le imponen.

Obviamente, este héroe perfecto sirve de contraste frente a los “malos”, otros cruzados que está más preocupados por su lucro y obtener poder que por otra cosa. Ya para entrar en materia anotaría que el conocimiento y manejo de la técnica que posee Ridley Scott, es evidente enCruzada. Ahí están unos increíbles planos, una fotografía cuidada y una impecable ambientación de la época. Se percibe con claridad el paso del mundo occidental a oriente, de los campos verdes y fríos a las arenas del desierto. Las batallas son impactantes, es cierto que hemos recibido, en los últimos tiempos, una avalancha de películas con este tipo de escenas y que ya, al parecer, nada nos sorprende; yo anotaría, en este caso, que me encantó la confusión que se percibe en estas escenas. En ellas, se escucha el barullo general, desordenado y confuso y es difícil percibir de donde vienen los golpes, quien está detrás o delante, en últimas supongo, recreadas cómo debe sentirse en la vida real enfrentar semejante situación.

Lo que me parece, sin duda el mejor logro de la película es su historia. El tema de occidente avanzando en “nombre de Dios” en busca de la recuperación de ciertas tierras no podía ser más oportuno. Jerusalén, la ciudad sagrada para tantas religiones se convierte en el símbolo de Ridley Scott para denunciar cómo, detrás de lo sagrado, lo que se esconde es la ambición, el ansia de poder y la avaricia. El nombre de Dios se esgrime como justificación para la injusticia y la traición. El enemigo aparente son los musulmanes y me sentí feliz de comprobar que el director toma el riesgo de mostrarlos fieles a su religión pero respetuosos con el extranjero. Saladino (interpretado magistralmente Ghassan Massoud), el rey musulman, es pausado, tolerante y respetuoso, no en vano es el representante de una cultura milenaria. Estos hombres de turbante no son unos fanáticos enceguecidos, ni unos bárbaros de espada, en la película no se les denigra y por el contrario, se menciona cómo han soportado diferentes invasiones sanguinarias y que ha pesar de eso insisten en buscar una convivencia pacifica. . Los cruzados, por su parte, se encuentran divididos entre los que como Godofredo creen en la posibilidad de mantener la paz y el respeto por las otras religiones y entre los que se sienten con derecho a apropiarse de Jerusalén y expulsar a los musulmanes. Para mí fue inevitable pensar en Bush y en los horrores que ocurren a diario en Iraq; la campaña de desprestigio hacia oriente lleva años y me pareció refrescante ver un llamado a vislumbrar otras posibilidades y que se diera espacio para cuestionamientos pertinentes, como el que hace el personaje de Tiberias (interpretado por Jeremy Iron) : “Vine aquí a luchar en nombre de Dios. Con el tiempo descubrí que esta era una batalla para obtener tierras y riquezas. Entonces sentí vergüenza”. Si eso no puede aplicarse a los sucesos de los últimos años en Oriente no sabría qué decir.

El llamado del héroe a la construcción de un mundo mejor, solo será posible si se prefiere la vida humana por encima de las religiones, las diferencias y las riquezas; ¿lugar común?, quizás, pero que millones de estadounidenses (y otros espectadores) paguen su boleta para ver una historia bien contada, con buenas actuaciones, fotografía impactante y una cuidadosa ambientación y, si de pasadita les explican que a los musulmanes los han atacado hace siglos con diferentes excusas y que tras eso ha habido sobre todo ambición y codicia, me parece más que suficiente.

PD. He leído muchas críticas a la historia de amor de la película, dicen que es muy breve y que se podría obviar. No me parece, finalmente, el zafarrancho lo termina de armar la mujer (típico). La escenas del romance no se acentúan, no es necesario, porque todas, lo aseguro, suspiramos por el héroe (gracias a los encuadres y primeros planos que le hacen a Blomm), y entendemos el camino de expiación que emprende ella para volverse digna de él.

Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?