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Tras una intensa campaña de marketing intensa, como solo es posible en estos tiempos modernos de internet y redes sociales, al fin llegó el tan anhelado día del estreno de la séptima entrega de Star Wars . La expectativa, por lo menos en mi caso, era proporcional al temor a salir decepcionada de la sala de cine .

No fue el caso. Es difícil si uno ha crecido con esta saga y la ha disfrutado (si odió las anteriores ni ensaye con esta) sentarse a ver esta película sin sentir todo tipo de emociones. La primera y más clara es la de viaje en el tiempo. J.J. Abrams, que compartió este amor infantil, supo no traicionar a los que, como él, quedamos fascinados por este universo de ficción. El despertar de la fuerza, es, ante todo, un sentido homenaje a las tres primeras películas realizadas de la saga. El director regresó a lo básico y utilizó los avances tecnológicos solo para hacer lucir mejor lo que Lucas había descubierto en esos inicios (mucho de lo cual perdió haciendo las precuelas): vestuario sencillo (atemporal), paisajes espectaculares, mundos habitados por seres diversos, ágiles batallas espaciales sin abusar de efectos o imágenes computarizadas, y claro, todo esto salpicado con humor, suspenso y la eterna lucha entre el bien y el mal (a nadie le interesa este universo sin peleas, eso lo tenemos claro).

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Sonreímos, nos emocionamos, sucumbimos a la magia del 3D que realza toda la belleza visual de esta película mientras, uno a uno, Abrams va introduciendo a los nuevos personajes, aquellos llamados a continuar esta saga sin que pierda fuerza. Allí está Rey, una joven carroñera que sin quererlo se ve involucrada en la búsqueda de Luke Skywalker, esto la lleva a iniciar un viaje inesperado que le revelará pistas sobre su verdadera identidad. Finn, un stormtrooper con crisis de consciencia ( qué buena idea) quien decidido a huir del lado oscuro termina ayudando a los rebeldes entre los que se cuenta Poe Dameron, un avezado piloto. Ahí está el trío compuesto por dos hombres y una mujer, como en las películas anteriores, sobre el que recaerá el protagonismo de la nueva generación. Tras presentarlos solo queda (cómo si fuera simple) hacer la transición de un pasado glorioso que se encuentra, además de avejentado, transformado en ruinas (literalmente) hacia el futuro que tomará el relevo y deberá enfrentarse con las nuevas fuerzas del mal que intentan destruir la República y a los rebeldes. Internet se encuentra inundado de todos los guiños, referencias, frases y escenas inspiradas en las predecesoras de esta nueva entrega que se suceden unos tras otros mientras los héroes del pasado aparecen y, como en el caso de Han Solo, se roban la pantalla.

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Todo parece encajar, salimos sonrientes y aliviados del cine hasta que, unas horas después, repasando la película algo parece no encajar del todo: ¿El viaje de la heroína y su proceso de transformación no sucedieron demasiado rápido?, ¿No estuvo demasiado frío y carente de emoción el reencuentro de Han Solo y Leia? ¿De verdad la idea más innovadora de los malos fue hacer lo mismo de antes solo que más grande? ¿El malo no es como muy inseguro y pataletudo? ¿No pasó muy rápido el clímax dramático? Entonces uno se dice «no, no, la película estuvo bien» como quien guarda el mugre bajo el tapete para no verlo.  La emoción la sentimos,  es cierto, y solo por eso uno quisiera no tener que hacerse ninguna pregunta posterior y no tener que aceptar a regañadientes lo que hace trastabillar la narración.

Star Wars malo

En todo caso, como lo sabemos, esta es solo la primera parte, la segunda será dirigida por Rian Jonson (promete que sea el mismo de Looper), las premisas ya están presentadas solo queda continuar desde esa preciosa escena circular final que cierra y abre a, ojalá, nuevas e inexploradas posibilidades.

Summary:
Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?