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Este es un libro incómodo.

Martín Caparrós, el autor, es un periodista y escritor argentino que pasa difícilmente desapercibido. No solo es terriblemente curioso y lleva años viajando por el mundo a lugares donde la mayoría no querría poner nunca los pies, sino que, además, lleva con orgullo un frondoso y particular bigote al que le pule las puntas con los dedos cada vez que está concentrado en algo. Este, su último libro, fue lanzado en simultánea en toda América Latina. Desde entonces, a todo lo largo del continente, le hacen entrevistas por teléfono, lo invitan a la televisión o le dedican programas radiales.

hambre

Sin embargo, el hambre no es un tema taquillero, es mejor no pensar en ello, angustia, no es grato de ver, además tenemos muchas ideas infundadas o prejuicios al respecto. Debido a esto es posible que ciertas personas se imaginen que el libro es un desfile de historias depresivas sobre niños flacos y barrigones que no tienen acceso a la comida en sus pobres países azotados por sequías (¿acaso no habían mandado ya sacos de trigo para solucionar eso? ¿No cantamos hace años We are the world?).

El libro es incómodo porque desenmascara frente a nosotros una terrible realidad: vivimos en un mundo habitado por 7.000 millones de personas que produce comida suficiente para alimentar a 12.000 millones y, sin embargo, alrededor de 1.000 millones se mueren de hambre. ¿Cómo es esto posible?

A través del ensayo, la crónica, una sucesión de testimonios desgarradores, cifras concretas, citas y referencias a distintas fuentes, Caparrós va narrando sus experiencias a través de diversos países (India, Níger, Bangladesh, Madagascar, entre otros) en su esfuerzo por conocer todos los lados de un mismo mal, todo esto sin dejar de lado Estados Unidos, (donde los hambrientos son obesos, no flacos) y su propia patria, Argentina (un país de 40 millones de habitantes que produce comida para 300 millones y en donde, paradójicamente, hay hambre).

Caparrós encuentra los lazos entre unos y otros, desentraña los mecanismos económicos de un sistema que funciona gracias a que mientras unos tienen mucho, otros no tienen nada, y en donde el hambre es la metáfora más clara y nítida de esta división.
Nada y nadie se salva de la mirada penetrante del periodista: programas de ayuda humanitaria que empeoran el mal que buscan combatir; corrupción e ineficacia que condenan a ciertos pueblos pero les convienen a otros; el mercado mundial de alimentos, sus ironías y paradojas son solo algunos de los temas que desarrolla.
Es difícil no pasar por estados anímicos muy variables al leer este libro: rabia, impotencia, vergüenza. Caparrós no es inmune a ninguno de estos sentimientos y nos muestra, con espanto, cómo él y nosotros alimentamos, sin saberlo, sin desearlo, el sistema que margina a tantos y los condena a una existencia de penurias en donde el deseo de soñar ha sido arrancado de cuajo.

Si nada de lo dicho anteriormente termina por convencer a un posible lector de acercarse a este libro, diré que vale la pena leerlo para mirar el mundo desde otra perspectiva, para terminar de perder cierta inocencia. Pero, sobre todo, vale la pena leerlo para intentar contestar la pregunta que atraviesa sus 600 páginas: ¿cómo seguir viviendo sabiendo que pasan estas cosas? Y decidir que un acto de rebeldía contra este sistema absurdo, cualquiera que sea, de parte de nosotros que nos alimentamos bien, y que todavía tenemos fuerzas, no estaría mal.

Reseña publicada en Revista Arcadia

caparrós

Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?