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Esta es una película colombiana sobre el desarraigo y la búsqueda del destino.

Apoyándose en una bellísima y cuidada fotografía,  el joven director Juan Andrés Arango, se la juega en este, su primer largometraje, por una película arriesgada sobre la búsqueda de un joven por su identidad.

Tomás es uno entre los miles de afrodescendientes que han dejado su hogar en el pacífico, contra su voluntad, y se ha instalado en Bogotá muy lejos del verde y del mar.

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La repentina aparición de Jairo, su hermano menor, del que hace un tiempo no se sabe nada y su nueva desaparición hacen que Tomás decida dejar el hogar en el que ha permanecido junto a su madre, su nuevo marido y el hijo de ambos, para aventurarse en una ciudad que, hasta ahora, no conoce.

Una silenciosa cámara al hombro, lo seguirá  mientras recorre las calles en busca del desaparecido que ha escogido el camino de la autodestrucción y parece, inevitablemente, dirigiéndose a un  abismo.

Para ayudarlo con su búsqueda Tomás necesitará otro hermano, uno mayor, conocido solo por su mote, El chaco, quien ha sido deportado una vez más “del norte”, como dice él,  en uno de sus numerosos intentos por alejarse de un país “donde lo tratan como a un perro”.

Durante sus recorridos Tomás descubre en las calles bogotanas las infinitas posibilidades de los cortes de pelo, las peluquerías en donde van otros como él a hacerse diseños elaborados, mensajes efímeros, maneras de expresarse en épocas de silencio. Él encontrará ahí una manera de comunicar todo eso que calla, que no ha aprendido a traducir en palabras. Un oficio propio lejos de los bultos que cargada en la plaza , donde trabajaba antes, y cerca de esos dibujos que garabatea cada vez que puede. Dibujos en los que se atisba el mar, el agua y sus movimientos, seres acuáticos. Son metáforas del pasado, ese que lo habita y lo impulsa, de tanto en tanto, a subir a los cerros y perderse en la espesura de un bosque nativo y  mirar desde allí la ciudad de asfalto y las pequeñas luces que se desparraman bajo sus pies, como el horizonte del mar.

¿A qué nos aferramos cuando lo hemos perdido todo? Esporádicas imágenes nos trasladan a un pasado alegórico donde los hermanos estaban juntos, un lugar en equilibrio hasta donde llegó la violencia a despojarlos de su tierra, de su identidad y los arrastró hasta una ciudad fría, ruidosa y ajena. Una ciudad en donde la mamá se esfuerza por no mirar para atrás junto a un marido blanco que le ofrece una cierta estabilidad mientras los otros, los huérfanos, los desheredados, intentan sacar fuerzas de algún lugar para seguir caminando.

¿Huir? ¿Quedarse? Tomás deberá arriesgarlo todo y perderlo todo para encontrar una respuesta que lo deje en paz. Deberá intentar seguir al hermano menor, después al hermano mayor, hasta encontrar el equilibrio,  él que precisamente está en la mitad, entre los dos. Él, que no pidió salir a buscar respuestas porque aún no se había hecho preguntas.

Largos silencios, una excelente banda sonora, un cuidadoso manejo de sonidos,  un personaje principal cargado de rabia y desconcierto.

La playa es una película que de seguro no gustara al gran público, ni recaudará millones en taquilla, probablemente ni siquiera sea del todo equilibrada ni perfecta pero es, sin duda, una mirada honesta, original,  cargada de significado sobre una población a la que se le ha dado sistemáticamente, y de diversas maneras, la espalda.

Aquel que sea paciente, aquel que se  deje contagiar por su ritmo lento,  por su particular manera de generar atmósferas y de concentrarse en los detalles, aquel que se decida acompañar a Tomás en su periplo viéndolo construir y deconstruir lo andado mientras Jairo se le escapa de las manos, mientras la violencia se asoma de manera callada pero constante, de seguro  sentirá, como sentimos varios en ese teatro, que algo vivo palpita en esa fábula del héroe que busca respuestas ( esa historia que tantos otros han contado) algo que está vivo y que merecía ser contado.

Summary:
Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?