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Bailar

By noviembre 11, 2007febrero 23rd, 2015No Comments
Sabía que iba a Bailar.
Que bailar es encontrarse con los Muertos
Severo Sarduy De dónde son los cantantes

Escucho a Jens Lekman, su último discoNights Falls Over Kortedala, tan bien reseñado por Diego en su blog de música.
Hoy quería escribir sobre lo que es bailar. Siempre me ha parecido algo muy especial del ser humano que le guste bailar, que se reuna a poner música y elabore códigos corporales para acercarse a la música en compañía de otros.

Bailar solo puede ser una experiencia personal fascinante. Pones la música y empiezas a bailar, sin preocupaciones, en cine hay muchos ejemplos de estos bailes solitarios y felices en los que el personaje se reconcilia con algo o expresa su libertad (Tom cruise en Negocios sucios, la protagonista de Bajo el sol de Toscanacuando conoce al italiano y tantos otros).

El baile tiene un componente irracional, sentimos la música a través del cuerpo e intentamos expresar ese ritmo. No estoy hablando aquí de Ballet o danza contempóranea. Hablo de lo que nos sucede cuando suena esa canción que nos gusta y nos sumamos a una muchedumbre que busca unirse a través del ritmo. Algunos bailan para otros pendientes de sus movimientos, de saberse el paso de moda, otros se entregan al ritmo. Me gusta ver a la gente bailar y me gusta bailar. No siempre funciona pero muchos momentos de felicidad se pueden experimentar en una pista de baile, en la sala de una casa junto a amigos o desconocidos, entonando una canción y sintiendote feliz mientras te mueves.
La manera como bailas también habla de tu cuerpo y de la relación que tienes con él, por eso nada más seductor que un hombre que baila bien y entiendase bien por estar seguro de sí, de su cuerpo, seguro de moverse.
Y eso es otro tema… bailar en pareja.
Muchas películas incluyen a la pareja de la historia bailando y es un momento único, en el que no median las palabras y solo ves expresiones en el rostro, la química que producen esos dos cuerpos al encontrarse. El cierre de Todo el mundo dice Te amo de Woody Allen es una baile mágico entre los dos exesposos al lado del Sena, y muchas historias románticas incluyen a los protagonistas bailando; Love actually tiene una preciosa escena sobre esto, muy corta, en la que la cámara solo muestra la sonrisa de la chica que al fin ha conseguido bailar con el hombre que le gusta hace años. El hombre, tímido también, le acaricia con suavidad un mechón de pelo, no hay palabras, solo música y cuando la ves sabes exactamente qué está sintiendo ella en ese instante que quisiera detenerse porque no hay palabras ni malentendidos posibles, solo música, solo cuerpos, solo ritmo.
Bailar con alguien puede convertirse en una experiencia intensa y abrumadora que después es difícil de trasmitir. No ocurre muchas veces y depende de ciertas cosas, sobre todo de la disponibilidad de los intengrantes de la pareja para entregarse al ritual del baile.
Y en esa medida nada como el baile en el que te tocas y el hombre te guía. Años de reivindicar derechos femeninos terminan para mí en este momento en el que solo es posible desear que sea él el que te lleve, porque es difícil superar la sensación de una mano firme en tu espalda que te guía con seguridad. Un buen parejo te toma con firmeza y te convierte en la mejor bailarina. La sincronización es perfecta y si alguien grabara la escena, estás convencida, parecería ensayada. El buen bailarín, ese que está a gusto con su cuerpo sabe hacerte sentir segura del tuyo. Y cuando la comunicación ya se ha logrado no hay nada que decirse, no es el momento de contarse cosas, las palabras no pueden mediar cuando el cuerpo comunica de manera tan intensa. Aquí no hay espacio para la razón. El buen balarín tiene movimientos propios que surgen espontaneamente y se adapatan a ti, a tu cuerpo, y él te sorprende coqueto con cambio de ritmos, con sonrisas porque hay pocos momentos así, y cuando ocurren se parecen a lo que llamamos amor desde la racionalidad porque no tenemos palabras suficientes para ciertas gamas de sensaciones y esto que produce tanta felicidad, tanta ligereza, esta vuelta pequeña, esta variación que consigue quitarte el aliento deben venir del mismo lugar, crees, de donde surge el amor.
Yo no lo sé, pero sé que atesoro en mi corazón cada uno de los momentos en que algo así me ha ocurrido con todas sus infinitas variantes.
Pequeñas muertes, nacimientos llenos de luz, el baile te regresa a un estado antiguo, único e intenso, girando segura en mitad de la pista bajo la mirada de aquel que te guía decidido.

Diana Ospina Obando

Diana Ospina Obando

Escribir, leer, ver películas, viajar...¿me faltó algo?